viernes, 18 de mayo de 2012

El peligro de los sprinters

La verdad, siempre me ha asombrado la forma de subir de gente como Alberto Contador, Ivan Basso o Carlos Sastre, pero, si hay algo que realmente me llame la atención, es la forma de sprintar que gente como Mark Cavendish o André Greipel (mi sprinter favorito) hace al fianl de las etapas que no llegan con escapados y que, evidentemente, no son de montaña.
Estos corredores tienen durante los últimos kilómetros, a una serie de lanzadores tirando del pelotón o en las posiciones cabeceras, intentado poder colocar de una forma decente al corredor que va a disputar el sprint. Son corredores que necesitan una habilidad impresionante no solo durante el sprint, cuando van a bastante más de 60 km/h, dándose codazos unos contra otros o dándose con los hombros mientras mueven sus bicicletas y, con el último golpe de riñón, poder ganar a su adversario, sino que también necesitan una habilidad de la que hay que hablar para poder estar bien colocados, sobre todo, durante ése último kilómetro que se hace rapidísimos, puesto que cualquier fallo puede costarles la victoria. Pero, lo que más me llama la atención de los típicos sprints donde van todos apretados, pegados al límite, muchas veces no pudiendo mover los brazos todo lo deseado porque se meten encima del corredor que va a su lado y, pese a todo, no se van al suelo, ellos siguen en línea recta hasta que consiguen cruzar la meta. En este tema de las caídas, tenemos el ejemplo del Giro, donde las famosas curvas que han puesto en algunas llegadas, donde los "capos" que van a disputar van lanzados y apenas frenan, lo que hace que se vayan al suelo y ganen los corredores más inesperados en el pelotón. En esas situaciones es donde un campeón, alguien que sabe de lo que va la cosa, tiene que estar con mil ojos en la carretera durante esas curvas, más que a la propia carrera, para evitar este tipo de caídas o, al menos, poder esquivar a los que se hayan marchado al suelo. Si tiene un buen arranque, podrá seguir luchando por la victoria, a pesar de que haya tenido que bajar algo (evidentemente no mucho) el ritmo que llevara.
Posiblemente, de cara al público sea mucho más emocionante ver un sprint a velocidades de vértigo que ver a un ciclista ganar en solitario y metiendo una aunténtica minutada al segundo, pero hay que tener en cuenta el peligro que los sprints conllevan. Van "rodando" a velocidades, repito, mayores de 60 km/h, alguna vez incluso superando los 65 km/h y, por lo tanto, una caída (por ejemplo, la primera al sprint que hubo en el Giro) puede resultar una aunténtica catástrofe. A esas velocidades no da tiempo a reaccionar y, cuando te quieres dar cuenta, ya estás tirado en el suelo y has provocado (o has colaborado en crear) una montonera. Desde aquí quiero pedir el respeto que los sprinters se merecen, que no es poco.

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