lunes, 8 de junio de 2009

La Cubino 2009


Ayer estuve en la marcha cicloturista de Béjar, la Cubino 2009. Bueno, mejor dicho, la Cubinilla, que no me subí la Covatilla ni ganas me quedaron. Os cuento cómo fue la cosa.

Para el que no lo sepa, la marcha tiene unos 131 kilómetros (a mí me marcó 127) sin la Covatilla, y unos 148 con la Covatilla. Sólo en este último puerto, y según dicen los entendidos que la subieron, se invierte la friolera de hora y media de ascensión. Por el número de dorsales debíamos ser unos quinientos y pico en la línea de salida. La mañana, con solecico por las calles de Béjar.

Dieron la salida y allí todo el mundo salió como si le picase la mosca (vamos, a todo trapo, y eso que dicen los que estuvieron en los Lagos que allí fue todavía más). Esto siguió así hasta que los primeros espadas (por la cola, claro) nos quedamos y fuimos formando nuestras grupetas.

El recorrido no tenía ni un metro llano, o al menos eso parecía. Subidicas y bajadotas que no hacían presagiar nada bueno porque luego teníamos que volver. En Miranda del Castañar un avituallamiento líquido previsto que, o pasamos demasiado deprisa, o no estaba. Seguimos y todo controlado hasta las Mestas, donde empezaba la subida al Portillo, uno de esos puertos que tanto me gustan de aquellas tierras. Casi a pie de puerto, el avituallamiento líquido: Dos voluntariosos hombres, con una furgoneta y unas garrafas de agua.

La subida al Portillo preciosa. Allí todos íbamos de uno en uno y de vez en cuando nos pasaba alguna moto en bicicleta que no sé dónde llevaría el motor escondido porque aquella forma de subir a nosotros, pobres humanos, no nos parecía normal. Para los amantes de las estadísticas, tardé 41 minutos y 50 segundos, lo que para mis años y mis pocos pelos no está nada mal. Arriba, el avituallamiento sólido (fruta y sandwiches de nocilla y queso) y líquido (Aquarius marca Día en barra libre, yo me bebí casi entera una botella de litro). Allí la agradable sorpresa de encontrarme con todo un histórico del ciclismo: Ángel Arroyo, con quien me hice una foto para Alejandro (menudo cabreo se ha cogido, el fan de Arroyo es él y no yo, pero el que está en la foto soy yo mismo je, je, que se fastidie que él tiene un poster de Sastre dedicado y yo no). Ángel accedió muy amablemente a fotografiarse conmigo, es un tipo majete, y menudas piernas conserva...



Después del Portillo, la bajada a la Alberca, Mogarraz y toda aquella zona. Cometí un error con las gafas, me lloraban los ojos y al entrar en las curvas en algunas lo veía todo nublado, así que ya he aprendido para otro día, me traeré unas gafas más grandotas. En la bajada se hizo un grupito majo, y en las primeras rampillas de lo de Miranda del Castañar se rompía, se reagrupaba... nada importante. En otra bajada nos quedamos solicos otro bicicletero de Madrid y yo, visto y no visto, así que nos tocó afrontar el puerto de Cristóbal en mutua compañía.

Subimos Cristóbal como pudimos, que no fue muy bien precisamente. A esas alturas uno ya no estaba para adelantar a nadie, y los que iban delante seguían al mismo paso. Empezaba a acordarme de mi falta de fondo, que me pasaría factura poco más adelante. Al llegar arriba alcanzamos a otro bicicletero, y parecíamos los tres mosqueteros. Poco más adelante volvimos a reagruparnos con otro grupillo que apareció por allí y que ya habría de acompañar a mi compañero hasta Béjar, ya os contaré cómo tuve que quedarme por problemas mecánicos. Bueno, el caso es que mi compa el madrileño tenía ánimos de subir a la Covatilla. Qué valiente el socio, y supongo que lo conseguiría porque también había subido los Lagos.

En el grupillo se iba bien, pero en un momento dado la cadena me jugó una mala pasada. Se enganchó entre los dientes del plato y tuve que bajarme a colocarla. El grupo se marchó, y en la última cuesta (o penúltima, vaya usted a saber) los llevaba a cien metros. Intenté alcanzarles y... aquello fue el acabóse. Nunca en mi vida me había sentido así. Ni la bici ni yo íbamos, debíamos estar cansados en mutua compañía. Así que se fueron, se fueron....

Y lo demás poca historia tiene. Las cuestas abajo sin dar pedales, los repechillos subiéndolos en plato pequeño como podía, y mirando constantemente el cuentakilómetros a ver cuánto me quedaba, y eso que ya iba viendo Béjar todo el rato. Cuando llegué a la meta, con unos minutos perdidos sobre mi grupo, un niño me animaba y me decía "Bien, bien" y no pude por menos que responderle "Bien jodido, sí"

En la meta había que estirar la pata "bajad la pierna del chip para que pite" y allí estaba yo, cruzando la meta de la Cubino con la pata estirada. Curiosa imagen.

Así que uno llega en 4,45 de cuentakilómetros (supongo que unas 5 horas con la parada en las Batuecas) y oye al speaker: "Ya llegan los últimos" y yo, que había hecho 27 y pico de media y estaba orgulloso de mí mismo acabé de desmoralizarme. Ahora, que para otro año vuelvo.

Sobre la BH Contour, fue muy bien todo el camino, pero lo de que se enganchara la cadena fue una faena, me acordé de Cubino cuando se quedaba en Cerler porque el cambio Campagnolo no le iba. Después se me salió la cadena una vez más, esta vez hacia adentro y tuve que bajarme, pero yendo solo casi fue una bendición ese momento de respiro.

La comida y las duchas... bueno, la comida no estaba mal. Macarrones y pollo, coca-cola o cerveza de bebida y de postre una naranja. En las duchas nos dijeron que el agua saldría caliente pero yo me vine sin duchar, es que soy muy señorito y no me ducho con agua fría, qué le vamos a hacer. Algunos creo que pudieron, pero yo no tuve esa suerte.

¿Que si volveré al año siguiente? Por supuesto, pero tengo que entrenar fondo y a ver si llego a Béjar con fuerzas para subir la Covatilla. ¿Que si la recomendaría? Bueno, esto no es la marcha de mi pueblo, pero con entrenamiento puede hacerse, al menos hasta Béjar. Eso sí, no os piquéis con los de adelante, que os destrozan, y mejor con los del medio tampoco, no es ningún deshonor llegar con el autobús.

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