Como Alejandro está de vacaciones en el pueblo, saliendo en bici todo lo que le da la gana y dedicándose a la holganza y la vida contemplativa, hoy también le escribo yo la entrada del blog y me ha parecido ocurrente hablar sobre la impotencia que debe sentir Mikel Astarloza a quien se acusa de haber consumido CERA, la EPO de tercera generación.
Mikel Astarloza ha sido uno de nuestros héroes en el Tour de Francia. Ha ganado una etapa y ha tenido una actuación sobresaliente con un meritorio puesto en la clasificación general. Tiene su pasaporte biológico en regla, y ha vivido en el mar de la tranquilidad y de la satisfacción del deber cumplido hasta que recibió la noticia: Los análisis indicaban que se había dopado con CERA, la EPO de tercera generación que también le costó lo suyo a Riccardo Riccó, Piepoli o Serrano, sin ir más lejos.
En el Euskaltel hubo otro corredor que dio positivo por CERA: Iñigo Landaluze. Iñigo asumió en todo momento que había sido así, pero Mikel lo niega tajantemente y está dispuesto a luchar para demostrar su inocencia.
Quizás Mikel no sea un tipo ni valiente ni responsable, y esté negando haber consumido la tristemente famosa CERA porque no es capaz de asumir sus errores. Pero también es posible que no esté mintiendo. Los análisis para detectar el consumo de CERA son muy recientes y su utilización correcta requiere una cualificación de todo el personal que los aplica. El proceso es vulnerable a la influencia de errores y, como toda técnica diagnóstica, puede dar falsos positivos y falsos negativos.
La forma de comprobar que no se trata de un error es repetir el análisis. Por eso se realiza un contra-análisis. Si la misma muestra se analiza en dos ocasiones y por dos laboratorios diferentes, la probabilidad de que se repita un error en el proceso es mucho menor. Casi todos los contraanálisis dan el mismo resultado que el análisis inicial, por lo que negar que se ha consumido la sustancia prohibida suele ser absurdo: Es llamarse a uno mismo mentiroso dos veces.
Ahora bien, ¿qué ocurriría si uno, efectivamente, no hubiese consumido la sustancia prohibida y tanto el análisis como el contra-análisis dijesen que lo ha hecho? Estaríamos ante una situación de casi indefensión: No puede demostrar su inocencia de ninguna forma y, sin embargo, es inocente. ¿Será este el caso de Mikel?
En mi opinión hay que analizar los datos con los que contamos para analizar si el análisis es fiable y válido, si mide lo que tiene que medir, qué márgenes de error tiene y cómo puede resolverse el problema de los falsos positivos (cuando se dice que alguien se ha dopado y no ha sido así.
Por cierto, no sé si me dejarán correr la Carlos Sastre el domingo. En la última anaĺitica que me hicieron tenía 50,9 de hematocrito. Los médicos no le dieron ninguna importancia porque en un hombre es normal hasta 54. ¿Por qué el punto de corte para los ciclistas estaba en 50?
Juan Carlos
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